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Cuando la experiencia se va: ¿cuánto conocimiento pierde una empresa?

  • Foto del escritor: Fernando Arévalo
    Fernando Arévalo
  • 14 jun
  • 2 Min. de lectura
Cuando un trabajador se va, se lleva consigo la información, el conocimiento y la experiencia.
Cuando un trabajador se va, se lleva consigo la información, el conocimiento y la experiencia.
¿Cuánto conocimiento se pierde cada vez que alguien renuncia, se jubila o simplemente cierra su computadora sin documentar lo que aprendió?

Vivimos en un mundo empresarial donde el cambio es constante, el talento es móvil y la información abunda. Sin embargo, paradójicamente, muchas empresas siguen funcionando como si el conocimiento fuera un recurso invisible. Lo tienen… pero no lo gestionan.


Gestionar el conocimiento no se trata solo de guardar documentos en una nube o archivar manuales en un drive. Se trata de crear una cultura donde el saber fluya, se comparta, se mejore y se use para tomar mejores decisiones.

Implica identificar lo que las personas saben (y muchas veces ni saben que saben), organizarlo, ponerlo al alcance de quien lo necesita y convertirlo en ventaja competitiva.


Aunque a veces pensemos que las dinámicas del sector privado son únicas, la verdad es que la gestión del conocimiento es igual de vital en una ONG, una universidad o una institución gubernamental. Todas las organizaciones —sin importar su tamaño o naturaleza— enfrentan desafíos similares: rotación de personal, pérdida de información clave, procesos no documentados y aprendizajes que se quedan en silos. Implementar una estrategia de gestión del conocimiento no es un lujo corporativo, es una necesidad transversal para asegurar continuidad, transparencia, innovación y efectividad en cualquier entorno.


¿Por qué una estrategia de gestión del conocimiento importa?

  1. Evita reinventar la rueda. Equipos más eficientes cuando pueden aprender de experiencias anteriores.

  2. Reduce la dependencia de personas clave. Porque el conocimiento se queda en la empresa, no solo en las cabezas.

  3. Fortalece la innovación. Con más ideas disponibles, se abren nuevas posibilidades.

  4. Mejora la toma de decisiones. Al tener acceso a lecciones aprendidas, datos relevantes y experiencias reales.

  5. Facilita la integración de nuevos talentos. Al contar con procesos documentados y buenas prácticas claras.


¿Quién debe estar involucrado?

  • Liderazgo. Sin su apoyo, cualquier estrategia se queda en papel. Son quienes modelan la cultura del conocimiento.

  • Talento humano. Porque deben promover espacios de aprendizaje, mentoría y transferencia de saberes.

  • Colaboradores. Son los verdaderos portadores del conocimiento tácito: lo que han aprendido haciendo.

  • Tecnología. Plataformas digitales, intranets, bases de datos, inteligencia artificial… todo cuenta si se alinea con la cultura.


Más que indicadores o reportes, lo que se gana es resiliencia organizacional, velocidad de respuesta, mejor clima laboral y aprendizaje continuo. Empresas que gestionan bien su conocimiento sobreviven mejor a las crisis, se adaptan más rápido y mantienen su ventaja competitiva.


Si eres líder, técnico, comunicador o gestor de talento: la gestión del conocimiento no es tarea de uno, es responsabilidad de todos. Empecemos por algo tan simple como documentar un proceso, compartir un caso de éxito o abrir una conversación para aprender juntos.

Porque en una era de cambios acelerados, no gana quien sabe más, sino quien aprende más rápido. Y para eso, el conocimiento tiene que moverse.


¿Tu empresa ya tiene una estrategia de gestión del conocimiento? ¿Qué buenas prácticas han funcionado donde trabajas? Te leo en los comentarios


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